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Categoría: Trayectoria

2016-2020 ENLACES A MI VISIÓN DEL MUNDO 2

Un sueño es aquello que tienes como meta en la vida de una manera utópica.

  • Hay sueños muy improbables, como ser planificadora turística de éxito y dar conferencias sobre sostenibilidad alrededor del mundo.
  • Hay sueños treméndamente fatibles, como adoptar un perro mayor y darle la mejor vida posible.
  • Pero también hay sueños que pueden convertirse en pesadillas a pesar de que, con el tiempo, intentes recordar sólo lo bueno.

En Grecia, mi sueño de ser voluntaria y aportar un granito de arena para mejorar el mundo se hizo añicos y cometí uno de mis mayores errores, aunque también sentí uno de los mayores fracasos de la humanidad en mis propias carnes. Esta experiencia me enseñó que no todo el mundo vale para aquello que sueña, y que el concepto de voluntario tiene una línea muy fina que no debes cruzar, a pesar de que, tanto ser migrante como ser voluntario, son situaciones temporales en la vida de una persona: no la identifican, no la caracterizan, es el verbo estar y no el verbo ser.

A pesar del dolor y la tristeza, como he dicho, hay sueños que se cumplen y te ayudan a crecer como persona de una manera positiva. A mis 18 años decidí irme a estudiar filosofía a Madrid y entré a formar parte de un mundo llamado Jonny. Para mí, Madrid es eso: las personas que allí conocí y cómo era Paula en aquella época. Es por ello que, cuando me vi en la obligación de ayudar a una amiga, de ser su apoyo y sacarla del fango donde otra persona la había metido, también supuso un ejercicio de reflexión y una decisión que nos cambió a ambas.

Vivimos encima de una discoteca para osos en un barrio gentrificado donde ya sólo existe el consumismo y, tras unos meses, encontramos nuestro hogar en un piso en el barrio de Lavapies, nuestro hogar durante tres años, tres maravillosos años que siempre recordaré gracias a ella.

Recorrí Madrid subida en un autobús rojo. Conocí a miles de personas de todos los puntos del mundo, cada una con su historia y su carácter. Encontré a mi persona, un tenedor tallado a mano en Tailandia, que la peor empresa de Recursos Humanos de España puso en mi camino y espero que nada ni nadie, ni siquiera nosotras, pueda sacarla de él. Mi cama se llenó de extraños, que luego se convirtieron en amigos, y que me ayudaron en mi viaje por el conocimiento interior (y exterior). Me enamoré. Me desenamoré. Lloré, reí y bailé, sola y acompañada. Escuché canciones que me hicieron sentir única entre la multitud y me reencontré con compañeros de vida que hoy son padres, amigos, hermanos.

Y llegó el coronavirus, el COVID-19, y nos quitaron la libertad. Durante esos 3 meses de incertidumbre, de agotamiento mental, de ladridos incesantes, de vecinos y cotilleos, de mañanas al sol y noches a la sombra con cerveza o vino…. Frida fue la culpable de que precisamente esa llamada nueva normalidad se convirtiera en un tiempo de estudio, de conocimiento y de reflexión. Ella me enseñó (y me enseña) que la paciencia tiene diversos significados pero que cuando la pierdes no sólo te afecta a ti. Mi tiempo en la ciudad terminó en el momento en que recibí la llamada más grosera y maleducada que había recibido nunca, lo que supuso un refuerzo en mi idea de vivir en un pueblo, en uno de esos que mal llaman la España Vaciada.

El 4 julio del 2020 llegué a lo que siempre he conocido como mi pueblo, donde siempre me consideré una forastera, que es como nos llaman los que sí nacieron y viven aquí. La España Vaciada no es otra que un grupo de personas que intentan salir adelante en su día a día a pesar de duros trabajos de sol a sol, de ser el culo del mundo, o de haber estudiado 5 carreras, saberse la Constitución entera y aún así quitar malas hierbas. Gente que ha decidido, por un motivo u por otro, quedarse. Porque quedarse aquí, no es lo mismo que quedarse allí: no hay cine si no te lo organizas tú, no hay exposiciones de fotógrafos reconocidos mundialmente, no hay restaurantes con estrella michelín ni conciertos en cada esquina. Pero hay tranquilidad, hay silencio, hay conocidos y saludos, hay campo, hay cooperación, y hay cuidados, muchos cuidados.

Estoy aprendiendo del campo, de la gente que lleva toda su vida en él. Escucho posturas diferentes a la mía, y escuchando a gente que piensa exáctamente como yo. Me siento sola. Y acompañada. Camino, fotografío, escribo, estudio, cocino, cuido, lavo, planto, riego, hablo… hablo mucho. He encontrado el lugar perfecto para un festival y el lugar perfecto para sentarme a respirar. Porque me había olvidado del silencio, el silencio que te obliga a estar contigo misma, el silencio que te inspira a mirar cada detalle de la vida.

Como dice Carmen: “vivamos el día a día, y cuando se nos haga muy duro, pasemos al segundo a segundo. Poco a poco, verás que la semana ha pasado, el mes, el año y tu esfuerzo se verá recompensado de una manera u otra.”

Panorámica del Pico de las Nieves

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2011-2016 ENLACES A MI VISIÓN DEL MUNDO 1

Durante estos 5 años recorrí parte del mundo de manera tanto independiente como en grupo o en pareja. Visité lugares tan emblemáticos como la Puerta de Brandenburgo en Berlín o el pueblo de Rishikesh, cuna del yoga en la India.

Tras pasar un año en la ciudad belga de Lieja descubrí mi pasión, el turismo, por la conexión que existe entre personas, medio ambiente y cultura. Durante mi estancia en Bélgica recorrí gran parte del país, pasée por Maastricht los sábados que quise y conocí la historia de la Segunda Guerra Mundial de la mano de mis padres en un viaje innolvidable.

Fueron cuatro los viajes que marcaron estos cinco años:
– el primero, un mes en la India que reafirma la idea de que todos los seres humanos deberíamos ser iguales en derechos pero que la realidad es muy distinta;
– el segundo, cuatro meses en la ciudad de Poznan compartiendo piso con otras 15 personas en los que encontré la locura y el horror, pero también el amor de una hermana;
– el tercero fue la última vez que pisé Amsterdam, un viaje al extranjero junto a mi pareja en el que nos adentramos en la historia de la ciudad del amor, la marihuana y la rebelión;
– por último, el viaje más especial que he realizado a pesar de los desacuerdos y la falta de planificación y cuidado del patrimonio. Conocer Estambul y parte de Capadoccia junto a mi madre, mi maestra, y enseñarle cómo contemplo el mundo, supuso un antes y un después en nuestra relación.

Dos años en la ciudad de Calpe me cambiaron para siempre. El snorkel salvó mí vida de una manera que sólo la fauna y flora marítima conoce. Mi compañera de palomar, Antía, fue un rayo de luz en todo ese tiempo (y sigue siéndolo). A pesar de la felicidad que Calpe y aquellas personas con las que la compartía me dieron, me derrumbé y visité el infierno. Pero precisamente gracias a ellos y al esfuerzo personal, salí del hoyo en el que me encontraba y decidí cambiar de camino.

Faridabad: pueblo y slum (escuela rural)

Granja de Torrehermosa: las calles en el Cristo y paseo familiar nocturno

Aprendiendo del mar: Cala Calalga, Playa de la Fosa, Descansos molones y Contigo al fin del mundo

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LOS LLAMAN VIENTO PORQUE, UNA VEZ QUE CORREN, VUELAN.

A las 9 de la mañana aproximadamente, el señor chófer me recogió para llevarme a una de las experiencias más bonitas y excitantes que existen en el mundo rural, según mucha gente.

Tras aparcar y dejar la llave del coche debajo de una piedra, (“es lo mejor que puedes hacer en el campo, imagínate que las pierdes y tienes que buscarlas aquí” me comenta Jorge) entonces echamos a andar sin saber muy bien dónde se encontraba el resto de la pandilla. Nunca imaginé que caminaría tanto para ver algo tan espectacular.

Cruzamos campos sembrados y en barbecho, olivares cuidados y descuidados, hermosos cortijos en ruinas hasta encontrarnos con nuestros camaradas. Cuatro muchachos, tres galgos con correa y dos perros sueltos que correteaban y olisqueaban como si sólo existiese el segundo en el que vivían.

Poco a poco fui entendiendo el método que utilizaban para la caza. “Acho, separaros más”. “Tú vete por la linde no se vaya a escapar la liebre”. “Vamos más despacio que vais demasiado deprisa” son algunos ejemplos de frases que compartían entre chistes y risas. Porque si algo me quedó claro es que habían ido a entretenerse y a pasar un buen rato con una de las pasiones más antiguas que existen: la caza con galgos.

La caza con galgos, o al menos lo que yo vi, consiste básicamente en ir andando despacio, en fila y separados, para poder buscar las huellas o el rastro de liebres y conejos salvajes. Nadie se adelanta. Nadie se atrasa.

Se recorren ingentes cantidades de terreno a ritmo lento, por ejemplo pisando aquellas hierbas que estén más altas para amenazar al animal. Suelen llevar algún perro de otra raza suelto que sería el encargado de ver aquello que nosotros no vemos. Una vez que el perro o nosotros encontramos a la liebre, ésta echará a correr y es entonces cuando surge la magia: el galguero suelta su cuerda dejando libres a dos hermosos perros que pueden llegar a correr a más de 70 km/h.

La rabona, o liebre ibérica, es una especie endémica, es decir, sólo se encuentra en una zona concreta, en este caso en la Península Ibérica. Los mejores terrenos para encontrar a estos animales son donde encaman: terrenos abiertos y llanos con siembra de cereal, tierras de cultivo o extensos campos cubiertos por matorrales donde esconderse. Sin embargo, existen dos grandes problemas que han hecho disminuir el número de ejemplares considerablemente en los últimos años.

La puta pandemia ha acabado con casi todos. Hace años venías y tenías carreras cada dos por tres. Hoy en día tienes que dar las gracias si haces un par de ellas”. La pandemia a la que hace referencia Manuel no tiene nada que ver con el coronavirus, se llama mixomatosis y ha diezmado tanto a liebres como a conejos (en Australia llegó a matar al 99% de los conejos silvestres). La enfermedad fue introducida en Francia en la década de los 50 y se extendió por Europa de manera considerable por igual a las dos especies de la familia Leporidae.

Esto es como el coronavirus: cuando hay sobrepoblación aparece una pandemia. Dentro de poco les tocará a los jabalíes.

¿A los jabalíes? ¿Por qué? – pregunté sorprendida.

Hay demasiados, ya verás como pronto aparece algo que los mate.

El otro problema que está reduciendo la fauna y flora en general somos precisamente nosotros, las personas, y la manera en que destruimos todo lo que nos rodea con tal de creer obtener beneficios únicamente para nuestra especie. La cantidad de químicos que se utilizan en la agricultura ha hecho que merme el número de liebres y conejos, así como pájaros e insectos. Contaminación, masificación de tierras, agricultura intensiva son sólo algunos ejemplos de cosas que no se deberían hacer, pero que se hacen y que causan un efecto negativo en nuestro entorno. Los nuevos métodos de arado incluyen la destrucción de madrigueras y, teniendo en cuenta que la liebre es un animal de costumbres, la desaparición de los lugares donde crían hace que, donde antes había carrera asegurada, hoy no se tenga suerte.

Tras horas de caminata sin ver ni un solo animal excepto algún pájaro, dos de los muchachos desistieron camino a los coches mientras Manuel cogía a los galgos y hacía un último intento en un tollero cercano donde afirmaba que “siempre había habido presas”. Había escuchado esa frase durante toda la mañana, pero aún así decidí seguirlos y, de repente, en cuestión de un santiamén, algo saltó desde un matorral con el pequeño borreguero corriendo detrás:

¡Ahí va!

¡Suelta a los galgos!

¡Pero grábalo!

La carrera duró escasamente unos segundos. En este caso la liebre fue más lista que los perros y consiguió esconderse o huir. De los dos galgos, un macho y una hembra, el primero sabía perfectamente lo que hacer mientras que ella dudó unos instantes.

¿Qué pasa con aquellos galgos que no sirven para la caza? ¿Los matáis?” pregunté recordando las historias de ciudad en las que se dibujan galgos ahorcados en mitad de ninguna parte. Hubo un silencio. “Es un tema complicado, depende de cada galguero: los matas o los das”. Al parecer hay una protectora a unos 40 km que recoge aquellos galgos que ya no sirven o nunca han servido. Es la mejor de las opciones. Esa o que el perro forme parte de la familia como si fuera uno más.


GLOSARIO

  • ENCAME: Sitio en que se encaman los animales, haciendo su refugio.
  • LINDERA: Línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno y lo separa de otros.
  • MISOMATOSIS: Llamada vulgarmente tomatosis, es una enfermedad infeccionas de origen vírico que afecta a los conejos y a la liebre ibérica.
  • PERDEDERO: Obstáculo para despistar a sus perseguidores tanto de tierra como de aire.
  • RABONA: Liebre ibérica.
  • RIBAZO: Porción de terreno con una pendiente muy pronunciada entre dos zonas de distinto nivel
  • SOLANA: Parte de un terreno, normalmente montañoso, orientada hacia el sur.
  • TOLLERO: Lodazal, barrizal.
  • TULOREMIA: Enfermedad bacteriana que puede afectar tanto a lagomorfos (liebre y conejo) y roedores como a ganado, gatos o seres humanos.

BIBLIOGRAFÍA


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MIS LOGROS A LOS 33 AÑOS

Lograr, según la RAE (Real Academia Española), tiene tres definiciones:

  • Conseguir o alcanzar lo que se intenta o desea
  • Gozar o disfrutar de algo
  • Dicho de una cosa: llegar a la perfección

El día que cumplo la edad de Cristo he querido hacer un repaso de las metas que he alcanzado en estos 33 años, al menos, de las que más me han marcado.


En todos los curros que he tenido he intentado ser la mejor, no porque mis compañeros fueran peores, sino para demostrarme a mí misma el poder de trabajo que tengo.

Después de aprender la provincia de León casi de memoria (y de que, por desgracia, se me olvidara), de meter miles de reservas en el sistema y escuchar durante horas las quejas de los clientes, de ser la diosa de un hotel por la que pasa absolutamente todo, de hacer que mis compañeros conductores creyeran que llevaba años trabajando a su lado cuando hacía sólo una semana que había empezado llegó el día en que me designaron Segunda Jefa de Recepción.

No es que cambiara demasiado mi forma de trabajar y, por supuesto, mi sueldo seguía siendo el mismo. Sin embargo, es una forma de decir: Paula, estás haciendo un trabajo excelente y te vamos a recompensar por ello.


Orla de la clase

Tras emigrar pensando que la vida era simple gozo, un carpe diem continuo, me di cuenta que no disponía de ningún mérito que me hiciera digna a nivel educativo. Toda mi vida estudiantil había pasado a ras del aprobado e incluso había dejado varias carreras por falta de intención.

Sin embargo, cuando me vi en Lieja cuidando a un niño de una familia adinerada y escuchando las vidas de mis compañeros de clase y de la gente que conocí en el campamento Prend la place, descubrí que quería crear un mundo mejor y que la mejor manera de hacerlo era a través del turismo. Quería ser la mejor en algo, en ese algo que me apasionaba, y por ello decidí volver a casa y estudiar el Grado Superior de Guía, Información y Asistencia Turística, obteniendo la mejor nota de Castilla y León en la rama de Hostelería y Turismo.

Estar horas estudiando me llevó a sentir por primera vez lo que significa lograr un objetivo y la gratificación de esa perseverancia, a pesar de los infortunios del camino. Básicamente cambió mi vida.


Tras ser Técnica Superior en Guía, Información y Asistencia Turística, mis ansias de conocimiento seguían creciendo, por lo que tomé la decisión de inscribirme en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) en el Grado de Turismo. Ilusa de mí que, tras realizar mis cálculos, pensé que, en 4, como mucho 5 años, me habría sacado el título.

Trabajar a jornada completa mientras estudias sin ninguna ayuda por parte de la Universidad, que la locura te alcance cuando menos te lo esperas y la desaparición de una de las personas más importantes en mi vida son algunas de las excusas que ponía (y a veces pongo) para explicar que, tras 7 años, por fin puedo decir que soy Graduada en Turismo.

A pesar de que la última etapa, el TFG (Trabajo Fin de Grado), suponía iba a ser la más agradecida, resultó ser caótica y triste por la situación que nos ha tocado vivir. Conseguí finalizar mis estudios y con ello tener, al menos, una carrera. Una carrera que, por otra parte, no creo que sirva de mucho, un mero trámite que da acceso a especializarse, al fin y al cabo, lo verdaderamente importante.


De primeras, esta frase puede crear confusión, pero para mí fue un duro golpe que me ayudó a conocerme mejor. Tras meses investigando sobre Grecia y los mal llamados refugiados que se quedaban varados en el país heleno, cogí un avión de ida con la intención de ayudar.

Para ponernos en situación, era la época en la que los campamentos independientes como Indomeni estaban siendo desalojados y las personas que allí habitaban eran obligatoriamente llevadas a los bien llamados campos militarizados. En la mayoría de ellos era el Gobierno Griego, militares y ACNUR quienes los gestionaban. En algunos pocos, alguna ONG o Asociación con contactos o muchísima perseverancia había conseguido entrar a formar parte de su organización. Y en uno, una mujer se hizo con el poder, y me dejó formar parte de su equipo.

Mi labor era conducir una furgoneta con todas las acciones que podéis imaginar: ir a comprar, llevar y traer a gente, recoger mercancía… La posibilidad de hacer favores dentro del campamento aumentó mi conocimiento de las familias y eso se convirtió en mi perdición. No entendía porqué existía una línea indivisible entre las personas que estaban esperando asilo y nosotros (voluntarios, militares, trabajadores, etc.). Era como si fuéramos superiores a ellos y la cuestión es que lo único que nos diferenciaba era una situación temporal en la que ellos se encontraban (digo temporal porque se suponía que tarde o temprano tendrían una vida normal en algún país europeo).

Mi amistad con varios de los inmigrantes acarreó una situación muy difícil, tanto para ellos como para mí, que los veía como mis iguales. Tuve que abandonar el campo, el pueblo, el país y darme cuenta de dos cosas: que las decisiones que tomas junto con otras personas traen consecuencias y que no creo, ni quiero creer, en una división entre personas porque todos y todas somos iguales y DEBERÍAMOS tener los mismos derechos, independientemente del lugar de nacimiento.

Por ello no soy buena voluntaria, porque me implico, porque amo, porque río y lloro con la gente. Porque mi empatía me hace vulnerable y no ayuda a nadie, y menos a mí.


Tener perro desde que tienes conciencia hace que exista un lago negro de tristeza o ausencia cuando te falta. Por eso hace años, cuando empecé a vivir sola, que no a independizarme, decidí que algún día adoptaría uno y que lo adoptaría mayor o con alguna discapacidad. Quienes me conocen saben que las taras son mi pasión para todo.

El 27 de febrero entró en mi vida una mestiza de 12 kilos y 8 años llamada Frida gracias a la asociación Provolan. Desde el momento que la conocí he cometido muchos fallos, fallos que no hubiera realizado si hubiera sabido lo que sé a día de hoy. Básicamente tendría que haber estudiado o informado acerca del mundo canino y las adopciones al menos unos meses antes de adoptar.

Sin embargo, poco a poco veo como Frida abre su corazón al mundo, me enseña que la paciencia es la mejor virtud y la más difícil de adquirir y me adentra en el mundo de los cuidados, los buenos cuidados.

Es cierto que nos queda muchísimo trabajo por delante para tener una relación sana y estable tanto por un lado como por el otro, pero es cuestión de tiempo y constancia, de buscar ayuda y saber qué ayuda le vendrá mejor. Básicamente la clave es «mucha compañía, poca interacción». A día de hoy no me imagino mi vida sin ella a mi lado.


Este es un logro que todavía no he alcanzado y que me costará toda una vida de herramientas, calma, paciencia y energía bien consumida. Pero he querido añadirlo porque creo que es una de las cosas más importantes que una persona puede conseguir.

Quererse a uno mismo significa ser libre para elegir, para vivir y para realizarse como persona. Significa tener responsabilidades con uno mismo y con los demás; organizarse de manera efectiva para que tanto el ocio como las responsabilidades tengan cabida en nuestras vidas; saber decir «no, estoy ocupada»; «no, ahora no me apetece» o «¿por qué no?».

Pedir ayuda es importante en aquellos momentos en los que nos sentimos perdidos, sin rumbo, como un pato sin cabeza. Debemos saber que, en innumerables ocasiones, el suelo será lo más alto a lo que llegaremos. Pero también debemos saber que el suelo es lo más bajo a lo que podemos caer y, de ahí, sólo para arriba.

La vida es una escalera hacia la felicidad con forma de montaña rusa: los peldaños no son rectos y la subida nunca será constante. Sin embargo, trabajando en ello diariamente podremos defender nuestras ideas, hacer aquello que no queramos y disfrutarlo, y disfrutar de aquello que amamos y creíamos olvidado o de aquello que nunca supimos que existía.

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BENEFICIOS DE VIVIR CON UNA PISCINA

– Estar ciega (de amor, por ejemplo) y poder sentir el agua, a veces fría, otras caliente, en todos los poros de tu cuerpo durante el tiempo que necesites.

– Tener un par de horas al día para ti sola, para hacer lo que quieras, leer lo que te da la gana o escribir lo que te apetezca.

– Disfrutar de volver a ser una sirena y de lo gratificante que es hacer progresivamente 3, 5 o 7 largos tranquilamente.

Mis piernas encima de la hamaca con el MacBook

– Descubrir el valor de la hamaca del que todo el mundo habla en las redes. Gracias a ello, revelarse tu futuro próximo y el camino que debes andar para alcanzarlo.

– Pasar experiencias gratificantes con un miembro de tu familia (o varios) al que quieres y aprender el valor del trabajo.

– Estar cerca y lejos de ciertos lugares.

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