A las 9 de la mañana aproximadamente, el señor chófer me recogió para llevarme a una de las experiencias más bonitas y excitantes que existen en el mundo rural, según mucha gente.

Tras aparcar y dejar la llave del coche debajo de una piedra, (“es lo mejor que puedes hacer en el campo, imagínate que las pierdes y tienes que buscarlas aquí” me comenta Jorge) entonces echamos a andar sin saber muy bien dónde se encontraba el resto de la pandilla. Nunca imaginé que caminaría tanto para ver algo tan espectacular.

Cruzamos campos sembrados y en barbecho, olivares cuidados y descuidados, hermosos cortijos en ruinas hasta encontrarnos con nuestros camaradas. Cuatro muchachos, tres galgos con correa y dos perros sueltos que correteaban y olisqueaban como si sólo existiese el segundo en el que vivían.

Poco a poco fui entendiendo el método que utilizaban para la caza. “Acho, separaros más”. “Tú vete por la linde no se vaya a escapar la liebre”. “Vamos más despacio que vais demasiado deprisa” son algunos ejemplos de frases que compartían entre chistes y risas. Porque si algo me quedó claro es que habían ido a entretenerse y a pasar un buen rato con una de las pasiones más antiguas que existen: la caza con galgos.

La caza con galgos, o al menos lo que yo vi, consiste básicamente en ir andando despacio, en fila y separados, para poder buscar las huellas o el rastro de liebres y conejos salvajes. Nadie se adelanta. Nadie se atrasa.

Se recorren ingentes cantidades de terreno a ritmo lento, por ejemplo pisando aquellas hierbas que estén más altas para amenazar al animal. Suelen llevar algún perro de otra raza suelto que sería el encargado de ver aquello que nosotros no vemos. Una vez que el perro o nosotros encontramos a la liebre, ésta echará a correr y es entonces cuando surge la magia: el galguero suelta su cuerda dejando libres a dos hermosos perros que pueden llegar a correr a más de 70 km/h.

La rabona, o liebre ibérica, es una especie endémica, es decir, sólo se encuentra en una zona concreta, en este caso en la Península Ibérica. Los mejores terrenos para encontrar a estos animales son donde encaman: terrenos abiertos y llanos con siembra de cereal, tierras de cultivo o extensos campos cubiertos por matorrales donde esconderse. Sin embargo, existen dos grandes problemas que han hecho disminuir el número de ejemplares considerablemente en los últimos años.

La puta pandemia ha acabado con casi todos. Hace años venías y tenías carreras cada dos por tres. Hoy en día tienes que dar las gracias si haces un par de ellas”. La pandemia a la que hace referencia Manuel no tiene nada que ver con el coronavirus, se llama mixomatosis y ha diezmado tanto a liebres como a conejos (en Australia llegó a matar al 99% de los conejos silvestres). La enfermedad fue introducida en Francia en la década de los 50 y se extendió por Europa de manera considerable por igual a las dos especies de la familia Leporidae.

Esto es como el coronavirus: cuando hay sobrepoblación aparece una pandemia. Dentro de poco les tocará a los jabalíes.

¿A los jabalíes? ¿Por qué? – pregunté sorprendida.

Hay demasiados, ya verás como pronto aparece algo que los mate.

El otro problema que está reduciendo la fauna y flora en general somos precisamente nosotros, las personas, y la manera en que destruimos todo lo que nos rodea con tal de creer obtener beneficios únicamente para nuestra especie. La cantidad de químicos que se utilizan en la agricultura ha hecho que merme el número de liebres y conejos, así como pájaros e insectos. Contaminación, masificación de tierras, agricultura intensiva son sólo algunos ejemplos de cosas que no se deberían hacer, pero que se hacen y que causan un efecto negativo en nuestro entorno. Los nuevos métodos de arado incluyen la destrucción de madrigueras y, teniendo en cuenta que la liebre es un animal de costumbres, la desaparición de los lugares donde crían hace que, donde antes había carrera asegurada, hoy no se tenga suerte.

Tras horas de caminata sin ver ni un solo animal excepto algún pájaro, dos de los muchachos desistieron camino a los coches mientras Manuel cogía a los galgos y hacía un último intento en un tollero cercano donde afirmaba que “siempre había habido presas”. Había escuchado esa frase durante toda la mañana, pero aún así decidí seguirlos y, de repente, en cuestión de un santiamén, algo saltó desde un matorral con el pequeño borreguero corriendo detrás:

¡Ahí va!

¡Suelta a los galgos!

¡Pero grábalo!

La carrera duró escasamente unos segundos. En este caso la liebre fue más lista que los perros y consiguió esconderse o huir. De los dos galgos, un macho y una hembra, el primero sabía perfectamente lo que hacer mientras que ella dudó unos instantes.

¿Qué pasa con aquellos galgos que no sirven para la caza? ¿Los matáis?” pregunté recordando las historias de ciudad en las que se dibujan galgos ahorcados en mitad de ninguna parte. Hubo un silencio. “Es un tema complicado, depende de cada galguero: los matas o los das”. Al parecer hay una protectora a unos 40 km que recoge aquellos galgos que ya no sirven o nunca han servido. Es la mejor de las opciones. Esa o que el perro forme parte de la familia como si fuera uno más.


GLOSARIO

  • ENCAME: Sitio en que se encaman los animales, haciendo su refugio.
  • LINDERA: Línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno y lo separa de otros.
  • MISOMATOSIS: Llamada vulgarmente tomatosis, es una enfermedad infeccionas de origen vírico que afecta a los conejos y a la liebre ibérica.
  • PERDEDERO: Obstáculo para despistar a sus perseguidores tanto de tierra como de aire.
  • RABONA: Liebre ibérica.
  • RIBAZO: Porción de terreno con una pendiente muy pronunciada entre dos zonas de distinto nivel
  • SOLANA: Parte de un terreno, normalmente montañoso, orientada hacia el sur.
  • TOLLERO: Lodazal, barrizal.
  • TULOREMIA: Enfermedad bacteriana que puede afectar tanto a lagomorfos (liebre y conejo) y roedores como a ganado, gatos o seres humanos.

BIBLIOGRAFÍA


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